martes, 25 de octubre de 2016

Los guantes que se inventaron por amor.






  Thomas C. Corner

Retrato de William S. Halsted 
(1932)

Óleo sobre lienzo 106,7 x 77,5
Johns Hopkins Collection. New York. 




William Steward Halsted (1852-1922) fue un ilustre cirujano norteamericano. A él se deben diversas técnicas y procedimientos quirúrgicos, procedimientos de sutura y hemostasia. Diseñó la pinza que lleva su nombre, una pinza hemostática puntiforme, con estrías transversas en la cara interna de las ramas, recta o curva, y con ramas cortas y finas. Se utiliza en vasos de calibre pequeño. Y a todo esto hay que añadir la introducción de los guantes de látex para realizar intervenciones quirúrgicas.

Natural de Nueva York, se graduó en Yale y Columbia, y luego pasó dos años en Europa, formándose al lado de personalidades como Billroth, Chiari, Kaposi… En 1876 conoció a Lister y le interesaron mucho sus teorías sobre la asepsia. Al regresar a Nueva York se negó a operar en su antiguo quirófano e instauró uno nuevo en un lugar más adecuado. Dispuso una correcta esterilización del material quirúrgico y que se aplicara una solución antiséptica de mercurio en las manos de los cirujanos y enfermeras.

Halsted introdujo nuevas técnicas de sutura y hemostasia y renovó los procedimientos quirúrgicos (entre otros, intervenciones de tiroides, paratiroides, mama o patología vascular). Realizaba limpiezas ganglionares, de acuerdo a su teoría de que el cáncer se propagaba por vía linfática. En 1894 propuso una técnica de mastectomía radical, intervención que todavía es recordada con su nombre. Y el edema del miembro superior secundario a la mastectomía radical con linfadenectomía se llama síndrome de Halsted.

Uno de los guantes que Halsted encargó a la Goodyear
Rubber Company para proteger las manos de Caroline Hampton. 
Un dia de 1889, Caroline Hampton (1861-1922), la enfermera que le ayudaba en el quirófano asiduamente, comenzó a notar un molesto prurito en las manos, acompañado de un enrojecimiento continuado. Había desarrollado una intensa dermatitis de contacto al sublimado de mercurio que había introducido Lister y que Halsted había introducido como antiséptico para las manos antes de entrar en el quirófano. La dermatitis de contacto es una alergia que se desencadena al tocar la sustancia que la provoca. Cuando se desencadena la alergia, se establece permanentemente y se manifiesta cuando se toca el material que la provoca. Y Caroline necesitaba tocar el antiséptico de manos antes de entrar en el quirófano. 

¿Qué hacer? Caroline se planteó entonces abandonar su profesión. Pero para Halsted, Caroline era imprescindible: no solamente le ayudaba profesionalmente, sino que habían iniciado una relación sentimental. Halsted estaba muy enamorado de su solícita enfermera. De hecho, poco después (1890) se casaron. Y no estaban dispuestos a no poder seguir trabajando juntos.

Halsted estaba preocupado. Las manos de Caroline estaban vez peor. Ya no podía ver sufrir así a su amada. Así que el cirujano solicitó a una industria de gomas, Goodyear Rubber Company que le diseñara unos guantes de goma, que fueran lo bastante finos para permitir la destreza manual, necesaria en los procedimientos quirúrgicos. Hasta aquel momento, nunca se habían fabricado unos guantes de estas características. Los únicos médicos que se ponían guantes eran los anatomistas, para protegerse de contagios durante sus disecciones, pero eran demasiado gruesos y poco prácticos. No se podían usar para la cirugía de pacientes vivos. 

Caroline Hampton, enfermera y esposa de Halsted
Pronto Halsted pudo llevar los guantes a su enamorada. Caroline con los nuevos guantes dejó de tener problemas en el quirófano. Se esterilizaban al vapor. Las manos protegidas por ellos ya no necesitaban del sublimado de mercurio para desinfectar las manos. Y se ajustaban como una segunda piel, permitiendo movimientos finos y precisos. Así podía seguir asistiendo a William en el quirófano.  

Uno de los ayudantes de Halsted, Joseph Bloodgood, también empezó a usar los guantes para protegerse las manos. En 1899, Bloodgood observó que las infecciones post-operatorias de las hernias que había intervenido con guantes habían disminuído tanto que casi no se observaba ninguna. Los guantes de goma no solamente protegían las manos de los cirujanos y enfermeras sino que también evitaban las infecciones en los pacientes operados. 


El quirófano de Halsted (American Association of Neurological Surgeons) 

Halsted se lamentó luego por no haber sospechado la utilidad de los guantes para mantener la esterilidad en las intervenciones quirúrgicas: 
“Operar con guantes fue una evolución, más que una inspiración o una idea feliz (…) durante cuatro o cinco años me puse guantes para operar sólo de vez en cuando, y me llama la atención que estuviera tan ciego que no me diera cuenta de la necesidad de llevarlos habitualmente en la mesa de operaciones”.

A pesar de lo casual del hallazgo, debemos decir que las ideas de Lister habían fructificado en Halsted. Entre los dos cambiaron el proceder quirúrgico. En la actualidad no se concibe la cirugía sin guantes y material debidamente esterilizado. 

Antes de comenzar cualquier intervención quirúrgica, es bonito pensar que los guantes que utilizamos en el quirófano se inventaron - en cierto modo - por amor.


Halsted and aseptic surgery: 





Bibliografía
  • Anon (1973). "William Stewart Halsted (1852-1922)." CA Cancer J Clin 23(2): 94-95.
  • Bland, C. S. (1981). "The Halsted mastectomy: present illness and past history." West J Med 134(6): 549-555
  • Cameron, J. L. (1997). "William Stewart Halsted. Our surgical heritage." Ann Surg 225(5): 445-458
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  • Spielman, F. J. (1995). "The four doctors." American journal of anesthesiology 22: 266-268.


















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